El cielo se abrió en dos. Pero alcancé a correrte y tirar de ese cuerpo que me tenía loca. Me abalancé sobre tus ideas cómo lo hacían poderosas mis ganas de desintegrar el mundo ínfimo que había creado. Lo iba a hacer en mis manos estaba el pequeño mundo, frío y desprotegido. Y se me cae de las manos, como la esperanza.
¿Algún alma tendría piedad de levantar el mundo que triste comenzó a destruirse?
Y caí en un vaivén de recuerdos. Caí, y destruí lo que había creado.
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