te miré, y te agarré la mano. Ese día había sido bien conchudo porque si mal no me acuerdo habíamos salido los dos desnudos a la intemperie a lo que a veces le decimos "realidad". Y tus ojos desorbitados y cansados que se cerraban y no querían seguir.
y te miré, y te agarré la mano. Te estabas apagando de a poquito y eso me derretía y no así como se derrite la nieve cuando está al sol, sino me derretía como si tiraran un poquito de ácido en mi ser, en mi poquito de estima por mi yo, que es más por tu yo que por mi yo, porque soy más yo con vos, y soy menos yo y soy menos todo, y no soy nada sin tu vos, o sin tu voz, como quieras.
te miré, y te agarré la mano, y sabía que mi mano no te alcanzaba para dar el primer paso, porque sé, y a mi a veces tampoco me alcanza, entonces intenté soltarte para abrazarte pero como las neuronas que están conectadas en el cerebro, tu vos y mi yo también están conectados, y se acordaron de todo lo que necesitábamos, o sea nos necesitábamos nosotros, te empecé a soltar para que tu vos y mi yo se abrazaran automáticamente y fue ahí cuando los dos saltamos, y nos apretamos fuerte las manos que se unían después de estar entrelazadas en nuestros cuerpos, (la gente común le dice "abrazo" pero vos sabés y yo se muy bien que eso no es un abrazo) y dimos el primer paso, saltamos y ya no eramos nada, eramos todo. Tu vos y mi yo, tu yo y mi vos. Eramos la misma cosa.
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