Asesinando la virtuosidad

Caminando por la línea de la atroz vulgaridad escucho la melodía, que se cansa de ser y no escucharse. Se revuelca en un mar de mediocridades. Respira y se ahoga. Sabe que pierde. Se pierde y se va a extinguir entre tantas cosas banales.
Resalta, resalta y se escucha. ¡sí! Así brilla y no se apaga. La magia de esta música no se pierde, pero sufre.
Logra mantenerse, entre estúpidos intentos de música, resalta. Vuela
Brilla y la escuchan. Vamos más allá de eso. Habla de belleza. Habla
Sangra poesía. No desiste. No se opaca
Sangra poesía y deslumbrante se desnuda de acordes.
Grita amor en Fa sostenido. Y se siente por todo el cuerpo.
El más muerto corazón revifve respirando lo que la guitarra exhala.

Cuando la música termine. apaga las luces.

Apaga las luces y cierra el telón


Es el final, ya no va a haber una melodía envolviendo belleza, no vamos a escuchar pasión.
La música se acaba, queda un monótono compás tropical y el sexo en su peor aspecto en una combinación degradante. Eso y nada más
Ya no vamos a escuchar un controversial relato psicodélico, escuchemos a un pibe pasado por poxirrán.
La música se desangra en sus manos. La asesinan
Se desgasta lo que alguna vez fue sublime.
Las luces que iluminan el camino de la armonía no deben extinguirse. Algo va a despertar.
Mientras el mundo se enferme, este ser se verterá de lírica. Protegerá ese acorde corroído. Y un nuevo sol iluminará de magnificencia lo antes sombrío.

*Lune.

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