sólo te quedarás sentado mirando la eternidad


sangre, la eternidad iluminada, las bocas, un placer que se hace tuyo, se hace mío, los latidos, el ardor, todo el dolor dormido por el placebo de tu amor, la estatua de los cuerpos, el pecado más perfecto, más divino. La lucidez, la ebriedad de emociones, los temblores, qué perfecto es el placebo de tu amor, tu cuerpo, tu risa, los laberintos azules que son tus ojos, el placebo, ah cómo amo tu placebo.

perder

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no hay nada más triste en el mundo de las palabras y de los que las escriben, que perder un texto, es como perder un pedazo de alma, un pedazo de piel, yo diría hasta un ojo o un brazo, el dolor interno que causa haber volcado en un frenesí de inspiración (que aparece cuando no es momento, que aparece nunca) se borra, como si te arrancaran la voz, las cuerdas vocales, sólo para desaparecer. Ay que dolor que dolor, que pocos conocen
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amo los pies, amo nuestros pies.

te hate.

qué poca confianza que le tengo a esos ojos. a esa remera toda rota, a tu cara de perro mojado. me tiemblan las manos si me acuerdo de cuántas veces me heriste con los puñales con forma de boca torcida, y tu cara de asco, y mis ganas de matarte. y te reís porque lloro. y lloro porque te reís en mi cara deformada, te reís de todo lo que te dije, y te reís mientras la sangre que cae de mi cuerpo dibuja otra sonrisa más macabra que la tuya. cuando mi cuerpo se cae sobre el tuyo ahí en la interperie es donde vuelvo a morir, en vida, en lágrimas.

salta la muerte saltas vos

Y cómo todos los días morimos, acongojados en un mar de calores, nos metimos adentro nuestro para no salir más que para reírnos, las manos muertas, la magia renaciendo, el frío muriendo. Un corazón que late con muchos brazos, que abrazan, aprietan, agarran. Y muerte. Muerte de la realidad, muerte de una sociedad que se murió con todos, la razón destruida, el universo latiendo. Colapso nervioso de los cuerpos, que ya no son cuerpo son alma.


corazón de naranja, cada día más mecánico



Y si vas sentado en el bondi pensando, porque el calor no te deja hacer otra cosa que pensar, te acordás de las pelis viejas que viste, te acordás de cómo te gustan los viajes de Kubrik, y mirás el agujero que tenés adentro, enorme, como si absorbiera todo lo que hay en el micro, y mirás adentro de tu corazón, ves una enorme naranja mecánica, y no sabés por qué. te acordás de la ultraviolencia, de alex. Y de que estás solo viajando en el bondi y no sabés para a dónde vas

piel y huesos



Y ahí estamos los dos (cuántas veces me retaron por empezar las oraciones con Y ) espalda con espalda  corazón con coraza, pestaña con ojo, fluido y masa. Una bolita chiquitita de sangre que late fuerte fuerte y es suavecita y espera poder estallar y en su estallido mostrar el más divino fin, de esos fines con colores, y fuegos, y besos, y babas. Y ahí estamos los dos, con los ojos entreabiertos mirando un techo que se parece a un universo lleno de flores, porque nuestros universos tienen flores y pajaritos azulados que cantan en silencio, porque la música ahí son los corazones que se ríen. ¿Nunca viste un corazón reírse? Entonces nunca te arriesgaste de tal modo que el corazón se achicara y se endureciera para luego con el triunfo dormir en el regocigo, soriendo. ¿Nunca, enserio? bueno, miranos, en el reflejo del techo. Escuchalos bailar. Mirame sonriendo y encontrate ahí.

una idea asesina

Te dije que no puedo respirar si estás acá, y te enojaste, y cambiaste el canal enojado, y te levantaste y movías los labios y las manos, pero yo miraba el piso, y te dije que no puedo respirar si no estás acá y me saltó el corazón con una de esas taquicardias hipocondríacas que me dan, como todo lo que me pasa, decís vos, y me agarro la cabeza porque cuando te enojás sos tan rojo y violeta, y me aplastás contra un muro de indiferencia terrible.
Me acosté en el sillón, no noté si te habías ido o te habías quedado, y la vieja que me manda a hacer las cosas, y le digo que no, y le digo que lloro, y le digo que me deprimo, y se sienta en la computadora como si tecleara mis síntomas y se olvida de mi como lo hacen los señores con sombreros azules, y la lluvia cae y me hace acordar al ruidito de las lágrimas, o al de la saliva mezclandose, no se por qué, te enojaste porque me gustan los conejos entonces me puse a ver al Mr Floyd, y no me acordaba si seguías ahí o te había tragado la luz infierno del tiempo. ¿qué tenía en la cabeza? sangre mucha sangre llena de pensamientos oscuros, y me decían todos, no escuchés eso, te bajonea más. Y yo en el sillón, sola, con vos encima, con la vieja al lado, con el pequeño Floyd, tan sola, tan acompañada, y con la cabeza rota!


muertos en tu techo

Hasta los muertos meditan, después de que abandonan su cuerpo monótono y lleno de carne se sientan con la posición de flor de loto, y se ponen el el techo de alguna casa a meditar. Y vos los ves, tranquilos.
Y te preguntás. ¿y si yo estoy muerta y ellos no?
y ellos se preguntan lo mismo.
pero el cadáver que tiene que soportar la rutina sos vos.
somos muertos, cadáveres esclavos de un reloj que te azota. 
Vos te moriste, y yo también. Los roles están invertidos



no estás solo. ¿ o si ?

el sufrimiento es arte, el dolor es arte
SOY SUFRIMIENTO, HOY SOY DOLOR. HOY SOY SUFRIMIENTO, HOY SOY DOLOR

gracias Frida.