una idea asesina

Te dije que no puedo respirar si estás acá, y te enojaste, y cambiaste el canal enojado, y te levantaste y movías los labios y las manos, pero yo miraba el piso, y te dije que no puedo respirar si no estás acá y me saltó el corazón con una de esas taquicardias hipocondríacas que me dan, como todo lo que me pasa, decís vos, y me agarro la cabeza porque cuando te enojás sos tan rojo y violeta, y me aplastás contra un muro de indiferencia terrible.
Me acosté en el sillón, no noté si te habías ido o te habías quedado, y la vieja que me manda a hacer las cosas, y le digo que no, y le digo que lloro, y le digo que me deprimo, y se sienta en la computadora como si tecleara mis síntomas y se olvida de mi como lo hacen los señores con sombreros azules, y la lluvia cae y me hace acordar al ruidito de las lágrimas, o al de la saliva mezclandose, no se por qué, te enojaste porque me gustan los conejos entonces me puse a ver al Mr Floyd, y no me acordaba si seguías ahí o te había tragado la luz infierno del tiempo. ¿qué tenía en la cabeza? sangre mucha sangre llena de pensamientos oscuros, y me decían todos, no escuchés eso, te bajonea más. Y yo en el sillón, sola, con vos encima, con la vieja al lado, con el pequeño Floyd, tan sola, tan acompañada, y con la cabeza rota!


No hay comentarios:

Publicar un comentario