sala de espera nº 1

La sala de espera blanca, los azulejos tan blancos que enceguecían, los bancos verdes llenos de inscripciones de "no future", tres viejos y quince madres y sus guachos. La muchacha desarreglada, de pelito corto y con la música al palo en el mp3, estaba sentada en la esquina masticando unas buenas puteadas porque ya hacía cinco horas y cuarenta minutos que esperaba.
Se miró la mano y, ahí, donde otros distraídos no veían nada, ella veía y sentía como el veneno violeta y rojo remplazaba a la sangre que corría por el cuerpo, y toda la piel cambia de color y se pone grisácea, pero no la ven! sentía, como el veneno dormía en cada uno de sus muertos órganos y sentía como reemplazaba con estructuras irrompibles de acero y tela de araña azul. Nadie la ve. Y los señores de guardapolvo blanco tienen hasta miedo de atenderla, mirarla, tocarla- piensa- tienen miedo de descubrir lo que hay bajo esas ampollas que dibujaban la mismísima muerte. Tenían miedo. De lo desconocido, como siempre.
Los señores de guardapolvo ríen en voz alta. Y la duermen, y la sedan, y la medican, y la internan, y la matan. La hacen perecer hasta volver a ser una mujer.
Porque tenían miedo!


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