el gobierno con colmillos de marfil

Los señores con cabeza de elefante me pidieron que les creyera, me dieron casa, me dieron autos, me dieron una tele, para que yo pudiera verlos todo el día con sus grandes trompas y sus colmillos de oro afilados, para que yo aprendiera que eran buenos, y a muchos le dieron auto, le dieron casa, le dieron un tele, todos vimos que buenos eran los señores elefantes, los veíamos comer y comer en una gran mesa donde sus colmillos brillantes nos generaban la misma sensación que se siente cuando se mira al sol. Los señores elefantes me dieron la mano, me dieron un beso, se sacaron una foto. Los señores elefantes se compraron un traje de gala, y ganaron.
Después me quitaron la casa, me quitaron el auto, me quitaron todo menos el aparato que transmitía sus gordas caras y sus largas trompas celebrando, los señores elefantes eran buenos, siempre sonreían para la cámara. Yo nunca hice otra cosa que solo mirar la caja con los señores elefantes saludando y abrazando a la gente en un gran escenario, mientras yo me recostaba en una caja de cartón, si se habían llevado mi auto, mi casa, mis ideas y también la verdad.

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